¿Somos simples victimas de nuestras emociones?

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Anoche, a las 4 de la madrugada, me telefoneó una chica en plena crisis de ansiedad para pedir ayuda.

Al parecer sufre crisis de ansiedad provocadas principalmente por su precaria situación laboral. Tiene miedo de perder su trabajo y esto le crea un bucle de nerviosismo y angustia que se retroalimenta constantemente:

Tengo miedo a perder mi trabajo –> Tengo nerviosismo y ansiedad –> Mi rendimiento laboral baja –> Mi jefe me recrimina –> Tengo miedo de perder mi trabajo –> Tengo nerviosismo y ansiedad…

Tras intentar hacerle comprender (no estoy especialmente brillante cuando me despiertan a altas horas de la madrugada, aun así quiero pensar que lo entendió) que su ansiedad hace que su rendimiento laboral sea escaso, lo que puede ser un motivo de despido, su ansiedad desapareció automáticamente, tras comprobar que no le era útil. Así de simple.

Desde una posición de dominio de sus recursos es mucho más fácil que mantenga su trabajo, si éste le satisface plenamente, o que, sin dejar de momento éste empiece a buscar otro más acorde a sus expectativas.

Aunque todas nuestras emociones son necesarias, en el universo nada pasa porque si, no somos simples victimas del destino. Nuestros estados de ánimo los creamos, única y exclusivamente, nosotros, por lo que podemos modificarlos a nuestro antojo en cualquier momento. Esto que dicho así parece tan fácil (lo parece porque lo es) a mí, sin ir más lejos, me ha costado años entenderlo.

Tomar el control

Hay dos formas de tener el control de nuestro estado de ánimo:

A) A través de nuestro pensamiento: Podemos modificar a voluntad las representaciones mentales que nos hacemos de las cosas que pasan en nuestro entorno. Ya que las hacemos nosotros, ¿Qué nos impide modificarlas a voluntad? Podemos acceder voluntariamente a estados de animo potenciadores, crearnos imágenes claras de como queremos vivir nuestra vida…

B) A través de nuestra fisiología: Cada emoción lleva asociada una determinada postura, una cierta tensión muscular. O dicho de otra manera, cada postura corporal nos lleva a sentir una determinada emoción. Hasta Charlie Brown lo sabe…

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El segundo método es sin duda el más rápido y eficaz, aunque está claro que los dos son interdependientes. Modificando A, cambia B y viceversa.

Anthony Robbins lo explica en éste fragmento de su libro Despertando al Gigante Interior

“A mi me divierte observar lo que siempre ocurre cuando convoco una sesión terapéutica en mi casa de California. Está situada en una finca muy bonita, a orillas del mar. Cuando llega la gente, la belleza del panorama tiende a situarlos en un estado positivo. Yo los contemplo desde el torreón que tiene mi casa. Veo cómo van llegando en coche, se apean, miran a su alrededor con alegría manifiesta y se acercan a la puerta principal. Evidentemente, todo cuanto ven los pone en un estado vital, positivo.

¿Qué pasa luego? Suben charlamos un poco (todo ello en un tono muy placentero y positivo), hasta que les pregunto:

«Bien, ¿cuál es el motivo de su visita?»

Al instante se puede observar cómo dejan caer los hombros, se les vuelven fláccidos los músculos faciales, respiran con angustia y adoptan un tono de autocompasión mientras se disponen a desarrollar la letanía de sus penas y deciden ponerse en su estado «apesadumbrado».

La mejor manera de liquidar ese patrón de comportamiento es demostrar lo fácil que resulta romperlo.

Generalmente lo consigo diciendo con energía, casi como si estuviera enfadado: «Usted perdone, pero ¡no hemos comenzado todavía!»

¿Qué ocurre?

En seguida replican: «¡Ah! Disculpe.», se yerguen, reanudan el ritmo normal de respiración, recuperan la postura y la expresión facial habituales, y vuelven a sentirse bien.

Es un mensaje fácil de entender.

Ya saben cómo ponerse en un estado favorable, y que son ellos mismo quienes eligen el desfavorable.

Tienen todos los instrumentos para cambiar su fisiología, sus representaciones internas y su estado, a fin de cambiar instantáneamente su comportamiento.

¿Con cuánta rapidez puede conseguirse eso?

En un segundo.”

Anthony Robbins

El auto conocimiento tiene un «pequeñísimo inconveniente»; se nos acaban las excusas. Buscar culpables en el exterior para «justificar» nuestras desgracias deja de tener sentido.

Asumir la responsabilidad de nuestras acciones lleva implícito asumir sus consecuencias. El que esto se convierta en algo «doloroso» o «liberador» es, una vez más, una simple interpretación de la realidad. ¿Cuál prefieres tú?

Ferran Rodríguez
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