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La búsqueda del equilibrio

El cuerpo humano, algo muy complejo que funciona bajo unos principios muy simples, está siempre moviéndose en un delicado equilibrio entre los opuestos que se complementan, músculos agonistas y antagonistas, hormonas que inician procesos y hormonas que los frenan, anabolismo y catabolismo celular…

Un cuerpo saludable se encuentra en un estado de equilibrio dinámico –homeostasis- cuando todos los procesos internos y de relación con el exterior se encuentran en armonía.

Hay múltiples causas por las que ese delicado equilibrio puede romperse. En mi opinión, una de las principales es la acumulación de tensión en el tejido miofascial. Según la doctora Ida Rolf, creadora del Rolfing, lo que conocemos como envejecimiento consiste en la acumulación de tensiones, adherencias y cicatrices en el tejido miofascial que con el tiempo llegan a producir limitación de movimiento, dolor y disfunciones orgánicas. Devolver la flexibilidad y la movilidad a los tejidos es básico para recuperar el equilibrio perdido y mantener un estado de salud óptimo.

Mi trabajo consiste en ayudar a mis pacientes a recuperar ese equilibrio perdido mediante la inducción del tejido profundo y en enseñarles cómo mantenerlo para tratar que el problema no vuelva a reproducirse. Así de fácil y así de difícil.